Thursday, September 02, 2004

[ entre paréntesis ]

Wednesday, September 01, 2004

Sangre en los surcos

BOB DYLAN - BLOOD ON THE TRACKS 1975

Cuando Beck lanzó "Sea Change" el 2001 y caímos rendidos ante la melancolía e infinita tristeza de sus doce canciones, fuimos obligados a revisitar "Blood on the tracks" de Bob Dylan editado 27 años antes. Hay que vivirlo para entenderlo. Canciones despojadas, sin electricidad, sin lujos. Simplemente una banda liderada por un genio (no hay songwriter que pueda ignorar su influencia)ayudándolo a encontrar los pedazos de algo que se perdió definitivamente.
Alguien dijo que el rock and roll eran penas de amor entre hombres. Este álbum lo comprueba.


01. Tangled up the blue: La historia de un hombre. La historia de todos nosotros, cuando nos despertamos y caemos en la cuenta que estamos enamarañados en la tristeza y empezamos a recordar y llegamos a la conclusión. La pena es mujer. Pero tratamos día a día comprobar lo contrario.

02. Simple Twist of Fate: "Échale la culpa al destino" le dice el protagonista a su chica. Lo que nadie quiere vivir, el quiebre y las noches tristes recordando como el destino se encargó de unir y separar...Caballo de troya además...el autor te hace creer que es en tercera persona, pero al final te das cuenta que es él mismo.

03. You`re a Big Girl Now: Al final ella fue más que uno. Ella descubrió nuevas cosas, ella se independizó, ella dejó de necesitarte. Y nos quedamos escuchando los pajaritos cantando para nosotros y nosotros cantando para aquella chica, a través de las lágrimas.

04. Idiot Wind: Después de la pena viene la rabia y esta, tal vez la mejor del disco, explora el rencor de manera brutal. Con un órgano que llega atrazado siempre y una fluidez de primera toma, el protagonista se lamenta de no poder distinguir la verdad de la mentira, de olvidar lo que significa la paz y que realmente ella es tan idiota como el viento que sale de su boca, antes besada.

05. You`re gonna make me lonesome when you go: Como los viejos tiempos, guitarra+armónica (claro que con la pequeña ayuda de un bajo eléctrico). El título lo dice todo. A pesar del arranque anterior, que sólo quedó.

06. Meet me in the morning: La borrachera blues. La posibilidad que ella nuevamente vuelva a tu casa. ¿Por qué no?. Porque "el momento de mayor oscuridad es antes del amanecer".

07. Lily, Rosemary and the Jack of Hearts: Un respiro a tanta tristeza. Tal vez, si seguimos mi interpretación, es el necesario sueño de cambiar de tema. Una historia vaquera que si sabes inglés es capaz de tenerte atento por nueve minutos. Y eso no es cualquier cosa.

08. If you see her, say hello: Pero el sueño termina y volvemos a la tristeza...Otro de los puntos altísimos de un disco alto. Sin violencia ni gritos, solo pide la oportunidad de encontrarla en cualquier lugar. "Quisá piense que la he olvidado, no le digas que no es así". "Siempre la he respetado por terminar y por ser libre/Oh, a todo lo que la hace feliz/No quiero cerrarle el paso /Aunque el gusto amargo aún persiste/Desde la noche en que traté de hacer que se quedara". Pobre tipo, piensas, realmente la amaba.

09. Shelter from the storm: La clave del disco. No importa que ella se haya ido. No importa que ya no te quiera. No importa que todos los momentos bellos se hayan perdido en el tiempo. Lo que realmente vale la pena es seguir queriendo ser su abrigo en la tormenta. Tal vez sus ojos nuevamente vuelvan y el resto se de por añadidura.

10. Buckets of rain. El fin a la travesía. Lo único que queda después de tanta sangre es el agua. Lágrimas. Y una promesa: tengo más amor del que puedas soportar... "La vida es triste La vida es una ruina Todo lo que puedes hacer es hacer lo que debes Tú haces lo que debes hacer y lo haces bien Yo lo haré por ti, dulce amor mío ¿No te das cuenta?"

Blood on the tracks es la terapia de un hombre que se quedó solo. Y que curiosamente en 1966 le dedicó a su novia el tema que cerraba uno de los mejores discos de la historia del pop.


Si quieres las letras: http://www.traducecanciones.com/Dylan/dylan18.htm#01%20-%20Tangled%20up%20in%20blue


Un consejo de Sergio Cancino: "Nunca desayunes con él, man"

Gentlemen / Afghan Whigs

Escuchar Gentlemen en la noche, es como despedirte de tu esposa tras una discusión, sin saber bien en que quedaron las cosas, y mientras ella vuelve a casa (tierra firme) tú te quedas caminando, dándole vueltas a las cosas, a las palabras, a los gestos (tormenta). Y vas a un bar a buscar a alguien. Para contarle esa historia. Afghan Whigs podría ser una banda de culto. Dueños de una atormentada belleza, letras honestamente brutales y una furia pocas veces vista tomando en cuenta sus influencias soul - r&b. Acá parece que Greg Dulli sólo tienen la voz y los instrumentos para batallar contra todos los males del amor. Porque después de todo, éste es un disco de amor.
01. If I Were Going: Sonido "urbano", percusión, guitarras haciendo figuras y el protagonista pasándose rollos, tratando de encontrar el camino, perdiendose en los sostenes y portaligas y pensando en su esposa..
02. Gentlemen: Y empieza la furia, las guitarras que realmente lloran y la confesión. "Your attention, please Now turn off the light Your infection, please I haven`t got all night (...) y uno se dispone a escuchar.
03. Be sweet: ¿Sudor o cariño? De una vez por todas se acaban los eufemismos en las canciones sensibles...el solo de guitarra llega perfecto. "Ladies, let me tell you about myself I got a dick for a brain And my brain is gonna sell my ass to you Now I`m OK, but in time I`ll find I`m stuck `Cause she wants love, and I still want to fuck" y como esto no es Aerosmith o Rolling Stones o The Strokes...esto no llena de orgullo, sino de culpa y pena. =(
04. Debonair: un episodio de terror real, si entiendes la letra y referencia directa al coro del tema 01.
05. When We Two Parted: una joya. realmente. para cerrar los ojos y descansar de tantas lagrimas.
06. Fountain and Fairfax: ¿confesiones de pecados de un hombre maduro que va creciendo a medida que el riff encuentra cobijo?
07. What Jail Is Like: en este momento empiezas a sufrir. ¿todas las canciones seguirán así? ¿no será demasiado? ¿sigo o mejor escucho algo más feliz para no deprimirme? ¿escucho canciones tristes porque mi vida es triste o mi vida es triste porque escucho canciones tristes...etc etc etc?
08. My Curse: Jody Stephes destaca en tal vez, la mejor canción de un álbum repleto de grandes canciones. El punto de vista femenino. La respuesta. La maldición de amar sin que sea recíproco. Pero en la adultez, que es infinitamente peor, porque se supone que uno aprendió a hacerlo un poco. Y hay violencia, hay llanto, hay palabras que duelen. Elegante, sufriente, acústica y luego eléctrica. Una belleza absoluta. Con un final que es para abrazarse, aunque seas a tí mismo. (1)
09. Now you know: bestial despedida del disco donde encontramos el significado del desgarro en los ultimos gritos, con unas guitarras que no necesitan apretar el pedal para sonar fuertes, el (siempre ignorado en las reseñas musicales) bajo haciendo lo que tiene que hacer simplemente apreta el botón "bass" de tu equipo y una batería que realmente palpita.
10. I Keep Coming Back: instrumental que nos deja vacíos.
11. Brother Woodrow/Closing Prayer: me gusta cuando dice "I love you" casi sin voz...de verdad que me llega...es terminal.
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(1) Este fue el primer disco que me compré importado. En la Background en 1995. Llevé una listita de discos y entre los tipos que trabajaban ahí, lo elegimos. Tenía 15 años yo y no existían los sistemas p2p tipo soulseek. Lo escuché mil veces ese año y lo cantaba y hacía como que tocaba la guitarra y me daban pena las canciones. Es la verdad.

Wednesday, August 25, 2004

The Velvet Underground & Nico


Pongamos que hablo de Nueva York en 1967. Recorres una disquería que exhibe coquetamente su The Spencer Davis Group, su Headquarters o el último hit de Aretha Franklin. De repente te topas con un plátano aun más coqueto y la firma de Warhol. Digamos que el encargado te lleva a la cabina y deja corriendo el vinilo. Y comienza a sonar la dulce "Sunday Morning" y la voz de Lou Reed te dice que tiene un sentimiento que no le gustaría conocer y que son las calles que cruzaste hace no mucho. Y sin saber como, te dan ganas de conocer a qué sabe el pavimento...

Y acompañado por una envidiable economía de recursos -las notas justas y necesarias, sin solos de guitarra y la base marcial y primitiva de Moe Tucker- te conviertes en el desamparado chico que espera a su traficante ("I´m Waiting For The Man"), la promesa del dolor que provoca placer ("Venus in Furs") y la sensación de trascender esta masa de carne, hueso y sangre que somos los nosotros ("All Tomorrows Parties").

Si estás atento puedes reconocer el aroma a The Byrds en las guitarras fragmentadas de Sterling Morrison y Lou Reed, la vanguadia de John Cage (gentileza de J.J Cale), el impacto del reciente Blonde on Blonde de Dylan ("Run, Run, Run"), el pop más dulce del universo ("Femme Fatale"), la literatura beat ("The Black Angel Death Song") y la invasión británica modelo Rolling Stones ("There She Goes Again").

Pero es el sincretismo de aromas es el que convierte a estas 12 canciones en algo nunca antes escuchado. ¿Como explicar la armonía que existe entre melodías tan asfixiantes como " Heroin" y la ternura de "Ill Be your Mirrow" donde Nico logra convencer a la banda que a pesar de todo se la marecía?Así como con "Tomorrow Never Knows" The Beatles te mostraban como sería el futuro de los experimentos electrónicos, en "European Son" te adelantan todo el fin de la sicodelia, el caos punk, el noise, Jesus and Mary Chain y todo lo que vino después.

Y si al terminar el disco, dejas caer tu dinero y hueles el disco plátano y lo miras una y otra vez y quieres llegar a tu casa para escucharla y divagas si el hombre que espera algo es porque el infinito le ha hecho una promesa o porque es una trampa de los espejos, definitivamente formaras una de esas bandas que continuará la historia. El resto de la gente que no compró el disco, se la perdió.

Thursday, August 19, 2004

[ Los Discos y Canciones De Mi Vida ]

A quien le pueda interesar:


Este es un archivo de discos, canciones y bandas que han marcado mi vida. Desde que era adolescente y descubrí que caminar, o andar en micro o tirarse en la cama acompañado de buena música era la mejor forma de soportar una vida que realmente no me hacía feliz.


www.fotolog.net/musicismyradar


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Wednesday, August 18, 2004

Keane / Hopes and Fears


Hay gente que conoce mucha música. Gente que disfruta frenéticamente de la última sensación indie de Singapur o del mini hit de turno de aquel sello pequeño de Barcelona. Fulanos a los que una canción, por el sólo hecho de sobreexponerse, se convierte en un bodrio. Ellos no entenderán el disco de Keane. Porque se trata simplemente de canciones para abrazarse solo. Especialmente la primera mitad del disco: "This is the last time" y "Everybody´s Changing" tienen identidad además de una terrnura de la que carecen los grupos con que son comparados (léase Travis y Coldplay). Sí, ternura. Aquella que nos hace repetir y repetir los coros de "Bend and Break" o "Can't stop now". "We might as well be strangers" es una balada que se sostiene en la correcta voz de Tom Chaplin, "She has no time" suena como Kent pero despojada de electricidad, y "Bedshaped" deja en claro que la banda sabe ejecutar canciones melancólicas que te hacen mirar las venas en vez de cortártelas. Tal vez el grupo descubrió una fórmula compositiva, prescindiendo de las guitarras y la velocidad, que en un segundo disco podría cansar. Pero para qué pensar en el futuro. A disfrutar el momento y dejarse de joder. Escuchar un disco es un asunto de sentimientos, no de inteligencia. Además, dan ganas de hablar de sus canciones más que de su "onda". Supongo que eso es bueno, ¿no?.

[ De Saloon: Un Plan Perfecto ]


De Saloon: Un Plan Perfecto


Mucho tiempo pasó antes que el trío penquista De Saloon lanzara su disco debut. Pero no fue en vano. De hecho, ellos mismos reconocen que así aprendieron a moverse en el renovado circuito rockero nacional.

Afuera de la Rockola se escucha una banda tocar. Afortunadamente, suenan bien. Al entrar, se refuerza esa percepción. La voz se entiende, las guitarras y sus efectos se entienden, el bajo y la batería se entienden. Todo se entiende.
Estamos en plena prueba de sonido y los muchachos de De Saloon se notan relajados. Por algo llevan más de cinco años trabajando en Santiago, aunque recién ahora empiezan a capitalizar todo. Esto incluye un disco con el sello argentino DBN, videoclips, recitales de lanzamiento y, por supuesto, las benditas entrevistas.
Ante la inevitable pregunta del por-qué-tanto-tiempo, ellos confiesan que las cosas no se dieron como esperaban, pero que eso les sirvió para aprender. "El plan era lanzar los singles "Esfumar" y "Brígida", para más adelante sacar el disco. Lo primero era darnos a conocer así. Después tuvimos la posibilidad de grabarlo, pero no salió", explica el bajista Roberto "Otto" Arancibia. "Pero aprovechamos de tocar mucho, buscando una buena oportunidad, una buena opción", recalca Jean Pierre Duhart (voz y guitarras). Duhart dice que son un grupo que se merece algo, que se toma la música en serio y en todo este tiempo buscaron la mejor posibilidad y que ahora, por fin, la tienen. "Al final las cosas hay que hacerlas, y con DBN logramos ser la primera prioridad en Chile. En vez de ser la 20 en Warner, aquí pasamos a convertirnos en la primera", asegura Duhart.
Aparte de las tocatas, aprovecharon el tiempo para reunir un staff de trabajo, profesionalizándolo todo. Esta "división del trabajo", unido a su amistad con gente como Claudio Valenzuela (Lucybell) y Cristián López (Javiera y Los Imposibles), posibilitan momentos como estos: las canciones salen claras y precisas, con las caras de los técnicos y la banda llenas de tranquilidad.
"Cuando nos comparaban con Supergrass daba la impresión que sólo habían escuchado lo que suena en la radio. Nosotros tenemos más influencias. Por ejemplo The Smiths. De hecho, nuestro disco, al igual que esta banda, está formado por canciones más que por un concepto. A nosotros nos gustan todos los temas", explica el vocalista. "Claro que yo pienso que los temas crecen con el tiempo. Hay tipos de música donde no se puede variar mucho, pero hay otras donde sí hay espacio para hacerlo", agrega "Otto" Arancibia.
El baterista Ricardo Barrenechea, quien ha permanecido callado prácticamente toda la entrevista, concuerda con sus compañeros en que la clave es que ésta es una banda, y que obviamente con el tiempo basta mirarse a las caras para saber qué es lo que están haciendo. De hecho, "Piero" Duhart afirma que "a pesar de componer las canciones, el trabajo es de todos. O sea, muy distinto sonaría si fuese un proyecto solista. Por eso las canciones salen enriquecidas al pasar por el grupo".
Por el momento, De Saloon está planificando una gira por el país para dar a conocer su disco debut. Aunque también hay otros proyectos que "si se cuentan, no resultan", dijeron. Comencemos a prestarles atención, entonces.
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De Saloon / "De Saloon"

Para qué andamos con cosas. El debut de De Saloon no fue la bomba atómica que esperábamos, pero sí resultó una notable exhibición del armamento de este trío proveniente de Concepción, pero instalado hace cinco años en Santiago. Esto último es un detalle importante para los desubicados que piensan que, por venir del Biobío, necesariamente se debe estar influenciado por The Beatles, usar chasquilla y revalorizar la cueca. De partida, encontramos la sólida base de Ricardo Barrenechea en la batería y Roberto "Otto" Arancibia a cargo del bajo. Y esto no es por rellenar, sino que es una cualidad que potencia al grupo, especialmente en vivo. Lo anterior, unido a la voz y guitarras de Jean Pierre Duhart, salvan a las canciones de caer en monótonos lamentos o rocanrolitos britpop sin trascendencia. Porque algo malo debió pasarle a "Piero" Duhart que los doce temas de la placa están marcados por una presencia femenina que se esfumó sin muchas explicaciones. Bueno, a todos nos ha pasado eso, pero la gracia de la música es que sabe cómo contar bien la historia. Y desde la calmada "Dos" hasta la infinitamente triste "X", hay una pena que ni todo el entusiasmo de "Esfumar" o "Té" pueden camuflar. Esa es la línea por la que se mueve el disco: entre la depresión y el ánimo. Por algo hay dos canciones seguidas que se llaman "Hombre Muerto" y "Hombre Sonriente". Como cuando uno despierta un sábado por la mañana y está libre de la rutina, pero da lata salir para ver qué sorpresas nos depara el día. Entre la muerte y la sonrisa. Claro que los mejores momentos del álbum son los tristes o "muertos". La atmósfera sónica recuerda a The Smiths y al "Sea Change" de Beck. Esto debido al correcto trabajo de producción de Claudio "Lucybell" Valenzuela, Cristian "Imposibles" López y Leo Cáceres. Muchos han criticado versos como "Con tus besos/ son de queso", pero lo sorprendente es que no han reparado en la intensidad musical y lírica de "Quédate", el vals "Hombre Sonriente" y "Miel", donde el vocalista (o tal vez debería decirse "cantante") le dice a la chica "Como decir que te amo así / y todas las noches rezo por ti / Como decir que te quiero (No) / Como violarte en el suelo (Yo)". Sin embargo, en "Vibraciones" o "Ultraline" la poca ambición melódica hace perder un poco el hilo afectivo del disco. Estos son parte de los temas "rápidos" que, por alguna razón, no se quedan en ese disco duro de canciones que nos salvan siempre. Lo importante es que De Saloon logró sacar su primer disco, con todo el aprendizaje que esto implica. Para correr hay que aprender a caminar, dicen.
Frente Sonora / Julio 2003

[ Golem: Buscando el Significado de la Melancolía ]



Un debut que nos muestra que las guitarras no mienten cuando son capaces de crear paisajes tristes pero con luz entre las nubes.

Por Juan Carlos Ramírez


A una inmensa minoría le gusta que el pop enseñe el significado de la palabra melancolía. Ni la fiesta funk, ni la elegancia electrónica, ni la búsqueda huachaca son capaces, para ellos, de sobrevolar y finalmente explorar los abismos del amor. Aunque sus letras mencionen la bendita palabra todo el tiempo, sólo en los acordes menores, en los arpegios cuidados y en las voces que cantan el auge y caída de un corazón, está la respuesta. La bendición, lenta pero segura, que Golem va recibiendo tras la rotación del single “Fiel” y su disco debut, es la prueba de ello.

“Si es por hacer ruido, las bandas sobran”, señala Manuel Burgos, voz y bajo del trío. Y eso lo comprobaron hace dos años, cuando junto a Rodrigo Quiroga (voz y guitarra) y Erick Albarrán (batería) decidieron mostrar esas canciones que componían después de clases al concurso de bandas jóvenes organizado por Balmaceda 1215. Quedaron finalistas y lograron tocar en la Estación Mapocho, entre rudas bandas de pelo largo y poleras negras y un público que lo único que quería era escuchar a Chancho en Piedra.

“Fue un suplicio, pero llamamos la atención”, dice Manuel. Tanto así que obtuvieron el reconocimiento de la SCD. Gran espaldarazo a una vocación melódica heredada del primer Radiohead (léase “The Bends”), y que se materializó en su flamante disco homónimo. Trece fragmentos de tardes de playa nublada, vueltas a casa entre arenas movedizas y la mañana siguiente después de llorar. Lo mejor es que no dan ganas de cortarse las venas, sino de lavarse la cara y salir a la calle de nuevo.

“No nos gusta clasificarnos”, sostiene Manuel. “Creo que lo único que hay que dejar en claro es nuestra influencia melódica que viene del rock y pop europeo y británico”. Y eso se percibe desde la carátula hasta el armado de las canciones. Una sincera exploración a la tristeza, como decíamos antes.

Pero las cosas no fueron fáciles. Partieron tocando con muy poco. A lo más una guitarra y secuencias. Luego a grabar las maquetas y buscar cuanto concurso haya para mostrar sus piezas. “El disco costó sacarlo, pero en determinado momento comenzó a fluir”, confiesa Manuel. Si bien la batería, por ejemplo, fue hecha por computador, esto puede convertirse en una ventaja al momento de verlos en vivo. “Ahí se puede apreciar la verdadera potencia de la banda. Arriba de un escenario. Después de todo, así se toca el rock, ¿no?”, dice el músico.

Lo importante al final son las canciones. ¿Cómo van naciendo?

“Las experiencias personales nos motivan a Rodrigo y a mí a componer. Pero sin caer en lo cebolla, en lo rasca. La idea es hacer canciones agradables al oído. No se trata de poner los ojos en blanco y hacer tremendos solos de diez minutos, sino de cuidar las voces, la línea melódica, el entramado de la canción”.

El asunto no es menor, ya que tal vez sea el punto distintivo de su música. Porque, como Manuel explica, cuando escuchas a Travis, The Smiths, Radiohead o Morrisey, es imposible no querer preocuparse de las melodías ni de ir directo al grano. Ellos son los maestros de la búsqueda.

“Un tema puede llegar en cualquier momento, pero se vería extraño ponerse a tararear con una grabadora en la micro, por ejemplo”. El asunto es sencillo. Al momento de llegar algo interesante no queda otra que cantarla despacito hasta llegar a la casa. Una grabadora y listo. “A ensayarla hasta que empiece a salir”, confiesa el bajista.

Lo que sí tienen claro es que este camino recién comienza. Y con un promedio de 22 años hay mucho por delante. Además, el plan maestro de Golem es llegar al máximo de gente. Nada de encerrarse en los paraísos artificiales de lo indie y el fundamentalismo alternativo.

“Queremos mostrar algo distinto a lo que suena en estos momentos. El aire tiene que ser renovado. Es la responsabilidad de las bandas pero también de la gente, que debe ser más abierta, más tolerante a la hora de escuchar música”, concluye Manuel.

¿Cuántas veces hemos escuchado esto? Miles. ¿Hay razones para confiar de nuevo? Sí. Un disco debut que nos ilustra el paisaje de la melancolía. Esperemos que con el tiempo se vayan aclarando cada vez más los colores. Aunque siga nublado.
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Golem
“Golem”

Imagínate en la playa un domingo por la mañana. La arena está movediza y la persona que amas está despertando, dudando si llamarte por teléfono o no, para aclarar las cosas. Y te pones a caminar. Bastante más sereno, recordando y mirando hacia adelante al compás de las gaviotas.

El debut de Golem sería la banda sonora perfecta para un instante así. Música para gaviotas. Triste pero hermoso. Tanto, que ni siquiera se te ocurriría cortarte las venas para morir de amor. Tus ojos llorosos no pueden perderse tamaño espectáculo.

Las 13 canciones son de una finura y elegancia prácticamente inéditas en la escena nacional. Alumnos aventajados del profesor Morrisey, la dupla compositiva Rodrigo Quiroga – Manuel Burgos sorprende por su sensibilidad melódica y los cuidadosos arreglos.
“Allí está” es de aquellas canciones que se te quedan pegadas una semana entera, con un omnipresente flanger y un final de teclados coquetos. “Fiel” es la acústica historia de alguien que va cayendo. “Anhelos” es un drama que va creciendo a medida que entran las guitarras y la distorsión. “Ser” tiene unas bases sensuales y bailables. “Hojas Secas” pareciera ser un outtake de “Blood on the Tracks”, de Bob Dylan.

Y en verdad esa es una clave para entender el disco: todos sus temas parecen ser outtakes de discos-emblema de la tristeza infinita. Depende de lo que una haya escuchado antes. El hilo conductor es la opción por privilegiar lo acústico antes que el desgarro instrumental.

Lo mejor es que estaremos esperando el futuro, porque joyas como “Volar” y “Detén el tiempo” nos hacen trepar a esa torre de la canción y desde allí mirar que el gran disco-emblema de la tristeza chilena se viene de forma inminente.
Frente Sonora, Marzo 2004



[ Los Bunkers: Su Norte es el Sur ]



Conversar con Los Bunkers en Concepción es una experiencia casi religiosa, con la historia de la música pop circulando mientras tratamos de despejar los secretos de una buena canción. Algo que definitivamente interesa a Mauricio y Francisco Durán, notable dupla compositiva de la banda.


“Honestamente, preferiría escuchar a Los Bunkers que a un nuevo guitarrista virtuoso. Lo que importan son las canciones, no la técnica”, confesó Marty Friedman, guitarrista histórico de Megadeth, de paso por Concepción. Cosas que sólo pueden suceder acá, pienso, porque hace cinco minutos estaba con Mauricio y Francisco Durán, Alvaro y Gonzalo López y Mauricio Basualto (Los Bunkers en pleno) planificando una entrevista para hablar de “La Culpa”, su flamante tercer álbum, mientras recibían una distinción otorgada por la Intendencia y se aprontaban para un recital en el foro de la Universidad. “Nos habían contado eso. Interesante ¿no?”, dice Mauricio Durán, entre sorprendido y satisfecho. “El rock and roll para nosotros, más que un estilo, es un espíritu, una actitud que vive en la música, una forma de sentir”, había señalado su hermano Francisco. “Violeta Parra, el hip-hip, o Bob Dylan con su guitarra acústica también son tremendamente rockeros, independiente del formato”, recalca Mauricio.

Cuatro días después de la declaración-de-principios-Friedman, y tras la presentación del álbum en el Providencia, estaban de vuelta en Conce. ¡Dos shows en la ciudad natal en menos de una semana!. Pero para Los Bunkers demasiado parece ser muy poco (un disco por año, por ejemplo). Dentro de la van, logré entenderlo: chicas entusiasmadas, adolescentes de chasquilla en busca de respuestas, manos, labios, papeles y lápices. El mismo efecto alcanzado por Los Tres pre–unplugged, cuando uno mismo era parte de esa fiel tropa perseguidora de vans. Y ellos, relajados, analizando el show, hablando de lo que más importa, la música, mientras el vehículo escapa de la marea humana que los persigue por el Parque Ecuador. Ya se intuye lo que vendrá después, al igual que la banda de Alvaro Henríquez luego de decir “Que tal, festival” en Miami, aunque nunca se parecieron demasiado a los autores de “Fome” como para ser apuntados con el dedo desde el frágil trono de la “critica especializada”. “Eso lo sabemos tú y nosotros, pues. Yo nunca encontré demasiadas similitudes”, sostiene Mauricio.

“Queremos que en diez años el disco se escuche tan actual como ahora. Hicimos algo menos instantáneo, menos amable, canciones que merecen ser escuchadas muchas veces y aprender de ellas, como pasa con nuestros discos favoritos”, explica Mauricio. “Definitely Maybe”, “Life in another Planets”, “Dark Side of the Moon”, la obra de Víctor Jara y Salvatore Adamo fueron parte del sonido que rondaba en sus cabezas y que, reconocen, fue hecho realidad en los 12 tracks de “La Culpa”. “A medida que iban saliendo los temas nos dimos cuenta que necesitábamos lograr algo más íntimo, algo que entendemos nosotros cinco. Por ejemplo, la batería no sonaba con todo el espacio que queríamos en los discos”. Es por eso que decidieron involucrarse en la producción del álbum, y parece que les quedó gustando. “Creo que estamos sonando diferente. Vivimos un proceso donde cada álbum nuestro suena distinto, pero con un espíritu que los unifica. Se nota que somos nosotros”, afirma Francisco.

Digámoslo de una vez: la dupla compositiva quiere que sus canciones sean reconocidas como música nacional por méritos propios. Que al sintonizar la radio cualquier persona diga: “es música chilena”. Un camino recorrido por Los Jaivas, banda que, para ellos, a pesar de sus mutaciones, sigue con una onda inconfundible, un meollo que siempre estará ahí.

“Una canción es el pensamiento de alguien que, independiente de su contenido, es capaz de sostener el tiempo y detenerlo”. Mitológica reflexión de Bob Dylan. “Exacto. Es que todo lo que dice Dylan es verdad”, sonríe Mauricio. No es casualidad que ésta sea la primera prioridad de la banda: temas que “ericen los pelos” y que puedan ser tocados con cualquier instrumento. Esa es la prueba de fuego, el parto doloroso. Un concepto que hay que trabajar, darle vueltas y rescatar de él lo esencial: “que el instrumento esté al servicio de ella, y no al revés”, explica Francisco.

Todavía consideran que no es el momento para el Festival de Viña, todavía creen que las letras son importantes, son capaces de escribir sobre Dios, la ciudad perdida y la necesidad de recordar pero seguir adelante, todavía sueñan con más bandas que estén buscando la canción perdida. “No dijimos que somos el mejor grupo de rock sin fundamentos. Lo que pasa es que en estos momentos no hemos escuchado nada parecido, hay déficit de canciones y letra”.

Atardece y a la salida unas fans les piden fotos y firmas para sus copias de “La Culpa”. Estábamos hablando de parto doloroso, y después del nacimiento sólo queda celebrar y presentarle el crío a los amigos. En esa estarán Los Bunkers todo este año.


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Ya no hay sospechas. Estamos ante un grupo de verdad. Una duda que se fue transformado en certeza para todos, al menos para los que se rinden ante la evidencia. Y esta evidencia no son ni raros peinados nuevos, ni piercings furiosos ni declaraciones en la prensa. No son covers de "31 minutos" ni artículos bien redactados. Son canciones, las que nos hacen escuchar el disco más de tres veces seguidas. ¿Con que autoridad lo digo?. Vamos mejor a lo que dicen Mauricio y Francisco Durán en sus propias palabras.

1. Canción para mañana: "Queríamos hacer un tema que fuera trascendental, donde cada estrofa tuviera un tema central, desde lo más cotidiano a lo más superior" (Mauricio Durán). "Partimos con la imagen de un amor, de la política, los afectos, y vamos caminando entre ellos. Es un tema triste, pero que también posee esperanza. Eso de mirar para mañana, esperar que la luz venga" (Francisco Durán)
2. No me hables de sufrir: "Antes de entrar a grabar hicimos un demo, y estaba este tema. Nosotros preferimos tener los temas y dejar que el estudio hiciera su aporte. No sé si como un instrumento más, pero efectivamente como un medio para potenciar la canción" (M. D.)
3. No necesito pensar: "No escarbo razones para luchar/ tampoco creer/ me basta un soplo sobre la piel"... acá está la idea que si hay algo para pelear, si me nace, sólo eso basta. No es necesario buscar más explicaciones a las cosas. Si estoy convencido, hay que puro hacerlo" (F. D.). "El tema de Dios es importante, está presente siempre. Quizá no desde el punto de vista institucional, pero aunque no lo sepas allí está, en la realidad. Me he dado cuenta de eso. Si bien, nuestro colegio era católico, nunca estuvimos metidos en la Pastoral, mi acercamiento se dio mucho después" (M. D.)
4. Cura de espanto: "¿Sonido 65, 66? Ja ja. Tienes razón. El arreglo de teclados está justo donde debe estar. Algo de The Doors tiene, ¿no?. Lo que pasa es que dejamos que el estudio afecte las canciones. Hay que ocuparlo bien, entonces, si bien tenemos las canciones armadas, siempre hay algo nuevo que puede aportar él. Los Beatles lo hacían" (M. D.)
5. Dios no sabe perder: "La imagen de la lluvia era una metáfora de los bombardeos en Vietnam. "Have you ever seen the rain?" o "A hard rain`s gonna fall" son ejemplos. Acá, al igual que en "No me hables de sufrir" hay vivencias específicas de nosotros, pero escondidas" (M. D.)
6. Culpable: "Es un trabajo hacer canciones. Una verdadera pega. Es como el parto doloroso del que hablábamos antes. No es algo que se da de manera fácil, es necesario trabajo y dejar que vaya saliendo la canción. Nosotros somos autocríticos, todos tenemos que estar conformes con la idea que se muestra. De lo contrario no hay canción" (F. D.). "Queremos sonar como música chilena, no como world music, ni como algo exótico. Que se note que somos de aquí. Un modelo insuperable es La Nueva Canción Chilena" (M. D.)
7. La exiliada del sur: "Juegos vocales, aporte de Inti Illimani a los versos de Violeta Parra. Los comentarios sobran" (M. D.)
8. El día feliz: "Es verdad, es una canción redondita. Aunque componerla no fue tan simple como puede parecer. Estuvo dando vueltas durante un tiempo. Queríamos que la letra no viajara en el mismo carril de la música, en el sentido que no fuera tan alegre" (F. D.). "Es lo que pasa con canciones como "Dancing Queen" de Abba: le bajas la velocidad y con esa letra queda un tema tristísimo" (M. D.)
9. El festín de los demás: "Mas punkie. Es prácticamente una frase y encima de estas van cambiando los acordes y la melodía. Ja ja ja. Claro, podría salir en una recopilación indie, pero recuerda lo que dijimos la otra vez, toda la innovación que sorprende a tantos "alternativos" hoy día ya la estaba haciendo la Velvet Underground o los Beach Boys en los sesentas" (M. D.)
10. Mariposa: "Nosotros queríamos que el final fuera así, con temas más lentos y profundos. Esta composición fluyó. Acá está la idea de que no es necesario vivir una experiencia para escribir sobre eso. Es la historia de una nariz que va bajando. El resto te lo puedes imaginar. Je je" (M. D.)
11. Mira lo que dicen sobre nuestro amor: "Es un poco más feliz, más esperanzada. Hay dos partes, una clara y otra oscura. Se menciona el sueño eterno, pero sin embargo, igual hay luz" (F. D.)
12. Última canción: "Es un mensaje para un amigo que es medio porfiado y la está embarrando. Se está cayendo en un hoyo y esta es la única manera de decírselo. Espero que se dé cuenta... Tú dices que es casi épica, ¿por qué no lo es?. Ah, porque lo épico pertenece al género del heavy metal. Ja ja ja. La canción al servicio de la técnica. Nosotros preferimos lo contrario" (M. D.)

Frente Sonora, Enero 2003

[ Alvaro Henriquez: Mi Último Gran Héroe ]

Alvaro Henriquez: Mi Último Gran Héroe
(Por Juan Carlos Ramírez Figueroa)

La introducción que viene abajo es obligatoria para que ustedes, amigos-lectores-desconocidos, entiendan.
Enero 1994. Uno de esos veranos interminables, estaba descubriendo la música y por mi carreteado walkman giraban los Beatles, Metallica, Radiohead y Pink Floyd sin complejos. Estaba en eso, cuando un amigo me obligó a escuchar "Se Remata el Siglo".
Agosto 1995. Me gustaba demasiado una compañera de curso, pero todo estaba saliendo mal. Hice mías canciones como "Te Desheredo" o frases tipo "mi vida haría a un monje renunciar a su fe". Bueno, sólo tenía 15 años.
Mayo 1996. Me compré mi primera guitarra y aprendí a tocarla con el cancionero del Unplugged editado por La Tercera.
Podría seguir contándoles sobre las Yeins Fondas en el "Cariño Malo" de Concepción o en la Estación Mapocho, mi conversación en la casa de Lalo Parra, cuando Sergio Lagos me hizo unas preguntas en el lanzamiento de "La Sangre en el Cuerpo" en el Teatro Providencia, o mi experiencia acarreando la Rickenbaker de Ángel Parra en Curanilahue, pero prefiero terminar mi recorrido con la entrevista que la buenamoza Carmen Luz Parot me hizo y que finalmente salió en el documental sobre la banda que transmitieron por TVN. Dije algo así como que "ellos fueron la banda sonora de mi vida adolescente".
Cuando uno logra atravesar esa barrera de mirar a una banda y hablar con la banda es señal de algo. No sé muy bien de qué. Pero pasó. Una tocata de Los Pettinellis junto a Los Asistentes y Sinergia en el Estadio Regional de Collao el viernes 14 de marzo, era la mejor excusa para hablar de música. Y de todo lo demás, también.
por Juan Carlos Ramírez

"Estoy demasiado contento. Con nuevas energías, porque este es un grupo de cabros jóvenes con otras influencias y que nos entendemos bien. De hecho, lo pasamos excelente. Me siento cómodo. Creo que esa es la única manera de estar feliz. Y que sonemos bien", decía Henriquez. Claro, porque con Los Pettinellis le achuntaron a la memoria pop nacional con "Ch' bah puta la gueá". Tanto, que en el recinto de Collao lo presentó como "el himno nacional". Después subió su hermano y los autores de "Mujer Robusta", logrando el mejor momento en una noche absolutamente penquista.
Es que su grupo ha estado en intensa actividad. Primero con "Arriba quemando el sol", el cover para el tributo a Violeta Parra. Después vinieron las tocatas, el primer single de su álbum debut ("Hospital"), y ahora "Sexo con amor", perteneciente a la banda sonora de la película del mismo nombre. "Ahora hemos ido a mil. Pero yo siento que el tiempo ha pasado lento y sé que no es así. Sacamos el disco recién hace 4 meses. Lo que pasa es que yo venía con otro ritmo de trabajo, con giras y viajes a México. Ahora estoy con más calma para componer".
Precisamente ése es el tema que lo ha obsesionado siempre. Claro, no tiene atados de hablar de su ex agrupación ("Con el Ángel y Titae no hay problema, la relación es cordial, me alegro que estén bien. Claro que no nos hemos visto mucho en los recitales. De Pancho no supe nada más y no me interesa saberlo"), pero lo más importante para él -y para la mayoría de la gente que colecciona discos y lee esto- es hablar de música. "Más que perseguir una canción, espero que me lleguen. No me refiero a sentarse cómodamente, sino más bien trabajar alguna idea. Yo acumulo bastante información y cuando siento que me llega la hago de una. Claro que hay otras que demoran más. También me gusta trabajar bajo presión, pero ahora estoy con más calma, tranquilidad y tiempo para poder aplicarme a la parte sonora y lírica".
El cantante dice que un tema está listo "cuando cae de cajón y se hace evidente que no hay que agregarle nada más, te emocionas y suena bien... ahí es indiscutible que está terminado. Estoy de acuerdo contigo que lo que hacemos es más que rock and roll, es música chilena. Lo que quiero hacer es integrar las cosas. Tiene mucho que ver con las cuecas que grabamos en el álbum. Aunque no son cuecas tradicionales, podríamos llamarlas cuecas eléctricas. Me interesa tener eso presente en los discos".
Para hacerse una idea de cómo está el sonido Pettinellis, una pequeña lista de influencias actuales y de siempre: "Harto rockabilly, vinilos antiguos, Stray Cats, Roberto Parra, Los Chileneros, cuecas varias y Renato Carossone". De este italiano es la pieza "Tuo vuo fa l`americano", donde el tecladista Camilo Salinas se luce en la voz. La idea es lanzarla en un ep junto a "Sexo con Amor" para más adelante.
¿Eres consciente de tu aporte a la música, especialmente en las nuevas generaciones?
"Los cabros jóvenes a veces se me acercan después de los recitales y me dicen que gracias al Unplugged descubrieron las cuecas. El problema es que en Chile hay pocos discos cuequeros o se descatalogan rápido... pero yo creo que sí, hay un legado".
Sobre el presente de Los Pettinellis -que también incluye al batero Nicolás Torres y Pedro Araneda en el bajo- dice que están haciendo música que "exuda felicidad de tocar. Se trata de un estado anímico frente a la música. La idea es estar siempre arriba. Esto involucra también un despliegue físico y tocar harto. Horas y horas. Ahora último en la sala de ensayo estamos dándole al rock and roll...". Álvaro, haciendo gala de su verborragia heredada de su ídolo John Lennon, acierta en definir lo que practica su banda: "...es música que hace transpirar".
Y después de transpirar con el show, fuimos a dar unas vueltas por el Barrio Estación. De pronto aparece el señor Henríquez Pettinelli con ganas de carretear en el muy notable pub La República. "¿Y te gustó el recital?", me preguntó. Eso me hizo pensar que desde aquel verano del 94 me han pasado varias cosas. Una de ellas es que mi último gran héroe me converse de música.


Diaro Crónica y Frente Sonora. Marzo 2003.

Tuesday, August 17, 2004

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